Pues si… la masa madre… la madre de todas las masas. La masa madre es mi as bajo la manga para hacer el pan más increíblemente delicioso y saludable. ¿Por qué me encanta tanto? Pues resulta que esta mezcla mágica de harina y agua fermentada naturalmente hace maravillas en mi digestión. Rompe el gluten y facilita la digestión de los azúcares, así que mi estómago no tiene que hacer malabares.
Cuando le doy la bienvenida a la masa madre en mi pan casero, estoy invitando a un ejército de bacterias buenas a la fiesta del fermentado. Estas amigas no solo le dan ese toque ácido tan característico, sino que también hacen que los nutrientes del pan sean más accesibles y fáciles de absorber. Es como un impulso para mi sistema digestivo.
Y eso no es todo, la magia de la masa madre sigue sorprendiéndome. Ayuda a conservar mi pan fresco por más tiempo sin necesidad de ingredientes extraños. Es como un truco ancestral para tener pan delicioso durante días. Además, le da a mi pan una textura y esponjosidad que simplemente no puedo lograr con levaduras comerciales. DE ahí que siga diciendo que «la masa madre… es la madre de todas las masas».
Así que, cuando me pongo manos a la masa para hacer mi propio pan artesano con masa madre, sé que no solo estoy mimando mi paladar, sino también mi salud en general. ¡Es pan con beneficios, y eso es genial!, ¿Quién puede resistirse a un pan recién salido del horno, con ese aroma que llena la casa y ese sabor que te transporta a la tradición y la autenticidad? Amasar con masa madre es mi secreto mejor guardado para hacer el pan perfecto.